Este artículo reflexiona sobre cómo el favoritismo genera discriminación y heridas emocionales, instando a la equidad y comprensión en las relaciones familiares y sociales, basado en Santiago 2:1-4.

«Santiago 2:1-4 LBLA Hermanos míos, la fe que tienen en nuestro glorioso Señor Jesucristo no debe dar lugar a favoritismos. Si entra en su reunión un hombre con anillo de oro y ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y ustedes prestan atención al que lleva la ropa lujosa y le dicen: ‘Tú siéntate aquí en un buen lugar’, y al pobre le dicen: ‘Tú ponte allí de pie’, o ‘Siéntate aquí a mis pies’, ¿no han hecho distinciones entre ustedes mismos y se han convertido en jueces con malos pensamientos?»

En este versículo, el apóstol habla sobre las diferencias, las preferencias, las discriminaciones que hacemos cuando tratamos con las personas de diferentes clases sociales, como un ejemplo, entendiendo que el favoritismo crea discriminación y que la discriminación es una de las causas principales de la herida (trauma) del alma de los seres humanos. La discriminación es violenta, humilla, ofende, descalifica, crea favoritismo y supremacía (sentimiento de superioridad), y lo peor es que vivimos desde estas premisas como sociedad.

¿Han pensado que muchas veces y en muchos hogares, dependiendo del carácter de cada hijo, se crea favoritismo? La forma de ser de un hijo puede hacerlo el favorito de uno de sus progenitores, así como la inteligencia, las destrezas, el orden de nacimiento, el color de la piel, la semejanza física o la belleza, etc. Son muchas las causas que crean favoritismo en las familias, y ese favoritismo crea heridas en el alma que es necesario descubrir para que podamos crecer.

Reflexionemos sobre las secuelas del favoritismo en nosotras mismas como seres humanos, las secuelas del favoritismo en nuestro corazón, porque siempre que hay un favorito hay uno menos privilegiado y esa herida crea vergüenza (algo está mal conmigo). El enojo y sensación de rechazo de los hermanos de José, hijo de Jacob en la Biblia, los llevó a arrojarlo en un pozo y hacerlo parecer muerto a los ojos de su padre. El favoritismo es origen de emociones incómodas y rechazo hacia el favorito, así como en la contraparte que se siente disminuido.

Reflexionemos sobre este punto, porque como padres estamos muchas veces ciegos; no podemos vernos. Los demás sí pueden ver lo que para nosotros es imposible. Pidámosle a Dios que quite el velo delante de nuestros ojos y que podamos ver las necesidades de todos nuestros hijos. Que podamos ver si hay alguna preferencia hacia algunos de nuestros hijos y evitemos a toda costa la comparación. Cada hijo tiene sus propios dones y cada hijo tiene una inteligencia diferente al otro. Es importante entender las diferentes inteligencias en el ser humano; todos somos diferentes. Pueden leer aquí acerca de las diferentes inteligencias: Ocho tipos de inteligencia.

 

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