Recientemente, encontré un post en Facebook que me hizo reflexionar sobre mi relación con la Palabra de Dios y mi proceso de sanación interior. Quiero compartir mi perspectiva al respecto.
No estoy de acuerdo con esta idea que vi en Facebook. Dios nos libera de la esclavitud a la culpa que es la consecuencia interior de nuestros pecados.
El post de Facebook decía: Leer la Biblia “mata” la tristeza, la ansiedad, la preocupación, la soledad, el miedo, la falta de amor, citando pasajes como Apocalipsis 21:4, Isaías 26:3, Filipenses 4: 6-7, Salmo 73: 23-26, Salmo 23: 4, e Isaías 53.
La Palabra de Dios no mata las emociones; en cambio, nos ayuda a confrontar las creencias que nos separan de su gran amor. Podemos aprender a ser compasivas con esas emociones, abrazando nuestra historia y la certeza de que el amor de Dios nos va liberando de las máscaras que usamos para resistir sentirlas.
Hebreos 4:12 habla del poder de la palabra de Dios. Porque esta es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta lo más profundo de nuestro ser.
El consuelo que Dios trae a nuestra vida a través del conocimiento de su esencia y el descubrimiento de esta verdad fue infinito en mi vida. Sentirme amada fue profundamente liberador del tormento de la culpa. Aunque sentía su amor, no lograba controlar los profundos arranques de agresividad, consecuencia de mi inhabilidad para comprender, aceptar y gestionar emociones.
La Biblia la leí en tres años y medio, día a día. Me llené de su fuerza y encontré sanidad porque aprendí a conectarme con un Padre que me guiaba de la mano en amor, ante la carencia de un padre biológico funcional durante mi niñez y adolescencia.
Contrario al post de Facebook, la Palabra de Dios despertó en mí una necesidad de sanidad interior. Esta sanidad fue paulatina y dolorosa pero liberadora, a medida que fui confrontando mis creencias que eran contrarias a la verdad de Dios.
Después de terminar el Instituto, donde estudié la Biblia desde un punto de vista teológico y donde me llevaron de la mano directores espirituales profesionales y pastores, tuve la oportunidad de confrontar emociones como el miedo, la ansiedad, la tristeza y la falta de amor. En lugar de «matar» estas emociones, la Biblia hizo que afloraran en mí creencias que me separaban del verdadero amor de Dios.
Esto marcó una distinción profunda porque dejé de resistir las emociones para confrontarlas y gestionarlas en amor por mí y por los que me rodean.
La Biblia transformó mi visión, guiándome hacia sanidad interior y un profundo entendimiento del amor divino.
Te comparto mi experiencia desde un corazón honesto entre el pensamiento y la acción.
Marisbelia Tomodo | www.marisbelia.com | Del miedo al amor blog